15 de diciembre de 2011

Philip es Felipe en español

"-Ayer casi se produjo un drama aquí, con Laura, a causa de esa cantante. Intenté convencerla de que no se enamorase de mí asegurándole que era simplemente víctima del espejismo que rodea todo artista, que si llegase a conocerme de cerca se sentiría desilusionada. Ayer, pues, después del recital, estuvimos hablando durante tres cuartos de hora, y cuando le dije que no quería entablar una relación con ella (en otra época de mi vida quizás lo hubiese hecho, como un juego, pero ahora tengo otras cosas por las que vivir) se echó a llorar violentamente y se le corrió el rímel. Cuando hubo empapado su pañuelo, no tuve otro remedio que prestarle el mío. Después se le cayó el lápiz de labios, y yo lo recogí y lo limpié con otro de mis pañuelos. Después de los primeros accesos de llanto, se puso a maquillarse tranquilamente y se limpió el carmín que se le había corrido con las lágrimas. Cuando se hubo ido, tiré los pañuelos a la colada. La femme de chambre los recogió y dejó toda la colada fuera de mi habitación, mientras la limpiaba. Pasó Laura, vió los pañuelos y pensó inmediatamente que la había engañado. Hube de explicárselo todo; le dije que no le había hablado de aquella mujer porque no quería dar la impresión de jactarme constantemente de que las mujeres me persiguen. 

A ella no le molestaba aquella aventura, pero deseaba saber la verdad. Sabía que él mentía, porque cuando una mujer llora se le corre el rímel pero no el carmín de labios, y además, todas las mujeres elegantes han aprendido la técnica de llorar sin causar efectos fatales en el maquillaje. Se llora lo suficiente como para llenar los ojos de lágrimas, pero no más. No debe haber desbordamiento. Las lágrimas quedan en el borde de los párpados; el rímel queda intacto y el dolor suficientemente expresado. Al cabo de unos momentos se puede repetir el proceso con destreza igual a la de un camarero que llena una copa de licor exactamente hasta el borde. Una lágrima de más podría provocar una catástrofe, pero las lágrimas incontrolables sólo se vierten en caso de amor verdadero. 

.....

- Le dije a Laura: de verdad crees que si hubiera querido engañarte lo habría hecho de un modo tan descarado y estúpido, aquí mismo, en nuestra casa, donde tú podrías aparecer en cualquier momento?"

--Anais Nin, Invierno de Artificio

9 de diciembre de 2011

La Existencia toda de la Mujer

"Y cuando escribimos la vida de una mujer, podemos, es harto sabido, sustituir las exigencias de acción por el amor. El amor es, como dijo el poeta, la existencia toda de la mujer. Y si por un momento observamos a Orlando escribiendo ante su mesa, tendremos que admitir que jamás hubo mujer más digna de ese nombre. Seguramente, ya que es una mujer, y una mujer hermosa, una mujer en la plenitud de la vida, pronto dejará de lado sus pretensiones de escribir y de meditar y comenzará, al fin, a pensar en el guardabosques (y en tanto que piense en un hombre, nadie la criticará por pensar). Y luego le escribirá una notita (y en tanto escriba notitas, nadie la criticará por escribir), y le dará cita para el domingo a última hora de la tarde, y la última hora de la tarde del domingo llegará, y el guardabosques silbará bajo su ventana... todo lo que constituye, naturalmente, la auténtica materia de vida y el único material posible de ficción."
-- Virginia Woolf, Orlando 

6 de diciembre de 2011

Este mundo no tiene salvación.

Estoy harta de esta racha de trabajos en los que jamás pagan, o en el mejor de los casos, jamás pagan a tiempo. Todos mis empleadores son el mismo tipo de persona: llegan, con sus automóviles de agencia, con sus ropas pulcras adquiridas en grandes centros comerciales o en tiendas exclusivas, con el vaso grande de foam de Espresso Americano y un desayuno de cien lempiras o más, sonrientes y rebosantes de salud, a decirme que no, que no pueden pagarme lo que me gané trabajando arduamente, que me espere, que fijo me arreglan eso hoy, que es gracioso como se olvidaron de esa persona que les hace un servicio pero que probablemente no come ni vive en una casa ni se enferma.  

Obviamente yo tengo que ver qué diablos hago: entenderme con la casera, decidir a quién no le voy a pagar este mes, designar qué días y a qué horas no voy a comer, ver si ajusto los tres pesos del bus urbano o irme a pie. Todo eso, por supuesto, mientras camino de regreso a mi casa (lo siento, hoy sólo te quedan dos lempiras) con mis tenis rotos, con mi pantalón roto, con mi bolso reciclado. 

Los idealistas de izquierda pregonan que tienen la cura para esta desigualdad. ¡Pero mucho de los izquierdistas que conozco jamás han tenido un trabajo de verdad! No los he visto enfrentar la vida de verdad, renunciar voluntariamente al patrimonio familiar, tomar plena responsabilidad de sus actos y gastos. Tomando eso en consideración, ¿en realidad puedo creer en su palabra? ¿Saben en realidad lo que necesitan los obreros (que ganan menos que yo y tienen que mantener cinco o más personas con ese sueldo)? Y eso hablando de ciertos jóvenes, que por su juventud pueden ser perdonados. Sin embargo, ¿qué hay de las cúpulas de políticos "socialistas"? ¿Se habrán ido al trabajo a pie algún día? ¿Habrán pasado hambre alguna vez?

Ninguno de ellos (ni los empleadores burgueses ni los políticos socialistas) sabe lo que he vivido yo ni lo que han vivido esas masas de personas que lo único que quieren es comprarle una mudada nueva de ropa al hijo menor o ir a una clínica donde no lo traten como animal de carga (precisamente lo que me pasó a mí cuando estuve en emergencias del Hospital Escuela).

Ya estoy harta del "socialismo". Ya estoy harta del capitalismo hijueputa que me destruye las alas cuando intenta adaptarme a su engranaje. Ya estoy harta de pasar hambre, de abrirle más hoyos a mis zapatos, de esconderme de la casera. De sentirme como una mendiga cada vez que pregunto en el trabajo "por el pago". 

El mundo jamás fue capaz de albergarme dentro de sí, de darme un lugar. Por un tiempo me pregunté si quizás no era yo la culpable e intenté adecuarme. No obstante me dí cuenta que en este mundo no se puede confiar en nadie, a riesgo de que ellos, como enviados del mundo, te succionen la energía de vida. 

Ahora en verdad estoy despierta: este mundo no tiene salvación. 

15 de noviembre de 2011

Los Espejos que no esperábamos...

"La abolición del velo femenino es un asunto delicado. No se producirá de un día para el otro. Todos tenemos miedo de lo que encontraremos tras ese velo."
-- Anaïs Nin, Hejda
La mujer como parte del engranaje social siempre ha provocado desconcierto. Desde el principio de los tiempos, los hombres y las mujeres con las cuotas de poder suficientes han tejido en torno a ella la amplia gama de atavíos que la han formado y deformado, transfigurándola, definiendo su destino con manos ajenas.

El atavío es una cuestión fundamental al momento de hablar de la participación no sólo de la mujer, si no de cualquier ser humano que se desenvuelva socialmente. Marshall McLuhan dice, "el medio es el mensaje," estableciendo que todo aquello que sirve para la transmisión de mensajes se vuelve una extensión del emisor, es decir, del ser humano. La comunicación del ser humano es un sistema complejo cuyo nivel superficial es la comunicación verbal; la mayor parte de nuestra comunicación se desarrolla a un nivel, por lo general, por debajo de la conciencia: gestos, muecas, movimientos, ademanes, y es aquí donde entra el atavío, que siendo parte del proceso de comunicación, se vuelve una extensión de la persona y de la personalidad.

Socialmente, el atavío tiene una relevancia a nivel conciente, particularmente por cuestiones comerciales. Sin embargo, si analizamos el atavío como un elemento de comunicación, y más allá de eso, como un signo lingüístico, como un símbolo, encontraremos un estudio interesante.

En tiempos antiguos, en culturas orientales, las mujeres utilizaban velos, entendiéndolo como un manto que las mujeres se ponen sobre la cabeza para cubrirse.

Nótese que la mujer portaba esta prenda con el propósito exclusivo de cubrirse. Es decir, en ese tiempo la posición particular de la mujer era de ocultar todo aquello que pensase o sintiese.

Ahora, los tiempos son distintos; ya no vemos los velos (por lo menos no en la cultura occidental). Las mujeres hablan, toman parte de la vida sociopolitica y economica de sus paises, se cubren o descubren segun ellas lo deseen (a su propio riesgo, por supuesto). Eso, sin embargo, no quiere decir que el velo ya no exista.

El velo no se lleva en la cabeza, se lleva por dentro.

Una mujer puede usar ropas costosas, vivir en una casa suntuosa, tener uno o varios automoviles, comprar muebles, ropa, comida, propiedades. Puede aparecer en television, ser fotografiada, tener puestos de importancia en una empresa. Puede parecer muy fuerte, muy ella misma, y a pesar de todo llevar un velo en su interior.

Una mujer puede abdicar su derecho, depender por completo, dejarse llevar en el poder de otros, renunciar a tomar decisiones. Puede dejarse marginar, envilecer, prostituir y moldear hasta el punto de no recordar quien era o quien fue en el principio.

Entonces nos encontramos con los espejos que no esperábamos...

12 de noviembre de 2011

Apología de una tal Sabina

De pronto, llegó la calma. Estaba en el ojo del huracán; contempló las nubes arremolinadas en torno suyo, vislumbró el poder destructivo del viento. Se miró. Miró los ojos heridos del hombrecito del sombrero gris, miró los despojos en su hogar, miró las rutas habituales de escape, las astillas que le quedaron en la piel al traspasar paredes. Sin ojos abiertos, percibió esa corriente en su interior que no dejaba de moverse, aquella corriente con tantos niveles, de tantos colores, que arrastraba extraños tesoros en su sedimento.


En realidad era tan mala? En realidad había causado ella sola todo esto? Nunca creyó que tuviera la potestad de mover los vientos de la desgracia a su alrededor, a pesar de que el transcurso de su existencia se anidaba ahí.

Sin embargo, lo que más la sorprendía era la capacidad de no sentir dolor. Todas esas cosas, que la afectaban profundamente, no le causaban dolor, aunque fueran indispensables para su vida. Como si estuviera en una especie de catalepsia de los sentidos, una suspensión inexplicable.

El hombrecito del sombrero gris le había dicho que la odiaba con toda su alma, que deseaba su muerte. Esto tenía que causarle un choque: después de todo, era el equivalente a un conejito felpudo el que le había dicho esto, un muchacho pasivo que nunca se había inclinado hacia el odio! Pero no sintió nada; las palabras golpearon su pecho sordamente y luego se deslizaron por todo su cuerpo hasta el piso, sin dejar si quiera una mancha.

"Perdónenme," dijo en silencio. "No quise hacerles daño. Es sólo-" continuó, mientras caminaba sola por la calle que se desperezaba lentamente para el día, "que no puedo sentir nada."

El azul de la madrugada se le metía en el cuerpo. Otra vez a dejar el sueño y regresar a la realidad.

9 de octubre de 2011

El Kitsch de las Izquierdas

           "Desde la época de la Revolución francesa la mitad de Europa se denomina izquierda mientras la otra mitad se llama derecha. Es casi imposible definir la una o la otra a partir de algún tipo de principios teóricos en los que se apoyen. Eso no es nada extraño: los movimientos políticos no se basan en posiciones racionales, sino en intuiciones, imágenes, palabras, arquetipos, que en conjunto forman tal o cual kitsh político. La idea de la Gran Marcha, por la que se deja embriagar Franz, es el kitsch político que une a las personas de izquierdas de todas las épocas y corrientes. La Gran Marcha es ese hermoso camino hacia delante, el camino hacia la fraternidad, la igualdad, la justicia, la felicidad y aún más allá, a través de todos los obstáculos, porque ha de haber obstáculos si la marcha debe ser una Gran Marcha.
        ¿Dictadura del proletariado o democracia? ¿Rechazo a la sociedad de consumo o incremento de la producción? ¿Guillotina o supresión de la pena de muerte? Eso no tiene la menor importancia. Lo que hace del hombre de izquierdas un hombre de izquierdas no es tal o cual teoría, sino su capacidad de convertir cualquier teoría en parte del kitsch llamado Gran Marcha hacia adelante.

.........
         ¿Cómo es posible que los intelectuales de izquierdas (entre los cuales se contaba precisamente el médico del bigote pelirrojo) estén dispuestos a participar en una marcha contraria a los intereses de un país comunista, a pesar de que el comunismo siempre hubiera formado parte de la izquierda?
         Cuando los crímenes del país llamado Unión Soviética se hicieron demasiado escandalosos, las personas de izquierdas se encontraron con dos posibilidades: escupir sobre lo que hasta entonces había sido su vida o (con mayores o menores titubeos) incluir la Unión Soviética entre los obstáculos de la Gran Marcha y seguir andando.
         Como ya dije, lo que hace que la izquierda sea la izquierda es el kitsch de la Gran Marcha. La identidad del kitsch no viene dada por una estrategia política, sino por imágenes, metáforas, por un vocabulario. Por eso es posible transgredir la costumbre y participar en una marcha en contra de los intereses de un país comunista. Pero no se puede reemplazar una palabra por otras. Es posible amenazar con los puños al ejército vietnamita. Pero no es posible gritarle «¡abajo el comunismo!». Porque «¡abajo el comunismo!» es la consigna de los enemigos de la Gran Marcha y quien no desee perder su identidad debe permanecer fiel a la pureza de su propio kitsch."
-- Milan Kundera, La Insoportable Levedad del Ser 

11 de septiembre de 2011

Esto no es una disculpa.


Lo siento, lo siento mucho, aunque esto no es una disculpa. Odio las canciones que son totalmente felices, totalmente teñidas de amarillo, sin ningún azúl nostálgico con el que se ponga en contraste (y por consiguiente, en duda) toda esa expansividad, todo el amplio gesto hacia el sol y su dominio. Odio el idealismo (sinónimo de credulidad inocente, y por tanto, ignorante) y el tropel de momentos kitsch que arrastra. Odio los que elaboran con engrudo de drogas y psicodelia postmoderna una máscara estúpida de autocomplacencia. Odio la inercia acompañada de complejos de superioridad moral. Sobre todo, odio a rabiar a los que no hacen más que fingir la vida, a los que nunca entregan nada y toman todo, a los que van a quedar de cuerpo intacto en el ataúd. 

Lo siento mucho, porque una sola palabra de lo que llamarían cursilería está henchida de toda una vida, el gesto más pequeño es capáz de borrar años de actos vacíos de significado, un abrazo es capáz de derrotar ese montón de nada en el que se hunden los pertenecientes a esta era, que no hace más que expeler las flatulencias del siglo pasado. 

30 de mayo de 2011

Telescopio de la Memoria


¿Por qué odia uno a las niñas? Las niñas no son nada odiables, no... es más, cualquiera podría encontrar en su ignorancia una sensación de ternura, cualquiera podría encontrar en su ansia de reproducir siempre lo que los mayores le enseñan un reflejo adorable...

No. Yo te odio. Te odio, niña. Es más fácil hacer de tu fino recuerdo de gasa un vertedero de mierda. Es más fácil embadurnarte a vos que sos una niña (y no por eso menos mala), hacerte el símbolo de mi odio por mí, por la vida, por todo...

Es un puto débil mundo movido por los hilos del azar.

Cualquiera puede odiar una niña. Odiarla porque es débil, porque es pobre, porque ESTÁ INFINITAMENTE REVESTIDA DE LOS PEDAZOS QUE OTROS DEJARON CAER EN SU INTERIOR, PORQUE NUNCA PUDO PARARSE DENTRO DEL FRÁGIL CUERPO LA MUJER, porque jamás estará lista para la independencia, para vivir como una isla en este mundo excremental.

13 de abril de 2011

La Llaga

...Y tanta gente en este mundo, tanta vida, tanta muerte, henchidos de vida y de muerte tengo los ojos, cianóticos los puños y las venas, derramado el espíritu. Tanto dolor, tantas lágrimas, y tanto desdén esparcido por doquier. Tanto el valor con el que se guardan los símbolos, y tan poco pesan al cortarse un abrazo, un roce, una línea.

Hoy me cercenó el agudo chillido de la escición.

En mis ojos, todo va siendo destino ya.

4 de abril de 2011

t a h c a r

Un hastío de la inercia. Un hastío muerto. ¿Acaso estamos tratando de escapar? Mirá mis ojos, desbordan las mismas lágrimas que los tuyos. Unas manos traslúcidas emergen desde mi pecho, llorando en tu dirección.

Yo también tengo algo de abismo y también tengo algo de montaña...

Ayudame a destruir esa oscura pared que continúa persiguiéndome, que sigue arrojando esa sombra fatal sobre cada uno de mis movimientos. Vos también. Arranquemos un pedazo a este montón de cilicio, abrámonos paso a través de la dimensión de humo, esta vez quiero ser tan fuerte para destruir todo lo que está en el camino hasta vos.

Sabé que estoy explotando en vaivenes y hemorragias. Sabé que yo también estoy próxima... Sabé que cada día intento rasgar los muros grises que se tornan rojos. Sabé, sabelo como todos tendrán que saber, que no me importa derramar toda mi sangre, incendiarla, abatirla.

Vos lo sabés. Sólo vos.

Nadie más es capaz.

13 de febrero de 2011

[He] Drained All Rivers Mute.


Cotejando

Nada puede salvarme. "Ojalá te murás de la infección."

¿Vos recordás el estrépito de las botellas que se quebraban?
Uno nunca sabe cómo proceder con estas cosas.

"Espero que te amarren una rueda al cuello y te tiren al río,
Y ojalá te murás de la infección."

¿Vos recordás aquellos temores en la mitad de la noche,
escondernos,
sentarte en mi vestido para que no lo vieran,
prestarte para ser el villano,
someterte al agravio
voluntariamente,
por entero,
sin jamás echarlo en cara?

"Te odio con toda mi alma."

Nadie puede salvarme.

Nadie puede salvarme ya.

"Te quiero porque eres el polo opuesto al kitsch. En el reino del kitsch serías un monstruo."
--Milán Kundera, La Insoportable Levedad del Ser

3 de febrero de 2011

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Me dijiste que me riera. Siempre me lo dijiste. Todas las veces que nos escondimos, en todas esas dimensiones que ahora están bajo llave, siempre me dijiste, "Reíte. Seguite riéndote. Haceme el favor de estar feliz."

Nos despedimos en aquella esquina. A pesar de tu miedo, me besaste. Nos separamos sin dejar de vernos. Yo me reí de esta forma de caminar.

Yo te había dicho, "No vayás. Quedate conmigo." No te vayás...


"Haceme el favor de estar feliz."

16 de enero de 2011

Lucidez.

"Lucidité: il y a chez Henry un manque de sentiment (non un manque de passion ni d'émotion) que trahit l'importance qu'il donne au sexe et aux mots. Lorsqu'il parle des autres femmes, ce dont il se souvient c'est de leurs défauts, de leurs caractéristiques sexuelles, ou des disputes. Le reste est soit absent, soit sous-entendu. Je n'ai pas encore réussi à le determiner. Mais les sentiments sont des entraves. Il ne faut pas adorer Henry comme être humain, mais comme monstre de génie. Il peut avoir le coeur tendre, mais sans discrimination. Par generosité, il a donné à Paulette la paire de bas que j'avais laissée dans son tiroir, ma plus belle paire, alors que je portais des bas reprisés afin d'économiser de l'argent pour lui faire des cadeaux. L'argent que je lui ai envoyé d'Autriche pour une femme, il l'a dépensé pour m'acheter des disques. Pourtant, il a volé cinq cents francs sur la somme qu'Osborn laissait à sa petite amie avant de partir en Amérique. Il donne à mon chien la moitié de son bifteck, mais il garde le supplément de monnaie que lui a rendu par erreur un chauffeur de taxi. Ce cynisme, que l'on retrouve aussi chez June, me stupéfie et je m'attends toujours à en être un jour la victime, même s'il me jure qu'il ne pourrait jamais agir de la sorte avec moi. Et jusqu'ici il n'a fait preuve à mon egard que de la plus grande délicatesse. Il n'a pas hésité à m'assener de cruelles verités - il est tout à fait conscient de mes défauts -, ce qui ne l'empêche pas de succomber au charme, à la tendresse. Pourquoi ai-je autant confiance en lui, pourquoi je crois autant en lui, pourquoi n'ai-je pas peur de lui? Peut-être est-ce une erreur aussi grande que celle que comet Hugo en me faisant confiance. "
--Henry and June, Anaïs Nin