24 de julio de 2014

Point de Suture

CARTA DE FRIDA KAHLO A DIEGO RIVERA:

"México, 1953
Sr. mío Don Diego:

Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurame pero yo estoy resuelta a terminar ésta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata... Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví.

No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno...nó sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres...¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mi, primero por mi porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Por que no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada...

Bueno el motivo de esta carta no es para reprocharte más de lo que ya nos hemos reprochado en esta y quién sabe cuántas pinches vidas más, es sólo que van a cortarme una pierna (al fin se salió con la suya la condenada)... Te dije que yo ya me hacía incompleta de tiempo atrás, pero ¿qué puta necesidad de que la gente lo supiera? Y ahora ya ves, mi fragmentación estará a la vista de todos, de ti... Por eso antes que te vayan con el chisme te lo digo yo "personalmente", disculpa que no me pare en tu casa para decírtelo de frente pero en éstas instancias y condiciones ya no me han dejado salir de la habitación ni para ir al baño. No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te "amputo" de mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.

Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.

Se despide quien le ama con vehemente locura,
Su Frida."

10 de febrero de 2014

Los Iluminados de la fe de Narciso

Sí, imbéciles, me siento acá en esta silla con la confianza del asesino en serie, las piernas muy abiertas, y balanceando en mi mano ciertas verdades como quien balancea un machete. Sí, aquí estoy, idiotas contentos; aquí está quien puede escupirles a la cara el gargajo de su hipocresía en una regurgitación limpia y precisa. Realmente no encuentro nada de malo en que el ardor de su genitalia los impulse a erigir puentes sobre todo el espacio etéreo, en espera que otro ser humano "pique" y así deslizarse por ese puente intangible a las triunfantes puertas del coito: después de todo, la vasta mayoría de ustedes resultan ser poco más que primates amaestrados para la adaptación gregaria. Lo que me ocasiona una diversión empapada de desprecio al observarlos es la forma en la pretenden, además de llegar al ansiado premio carnal que, de hecho, es el impulso vital tras cada uno de sus días, satisfacer su vanidad "superior" a la hora de elegir el "afortunado" receptáculo para sus tantos fluidos. Para ese fin se dedican al ya tan malgastado recurso de la adulación. Todo comienza, obviamente, adoptando la "pose" ideal de lo que, justo como las sombras en la caverna de Platón, se percibe como "superior", "iluminado" o "culto". Nótese cómo el conocimiento no es el impulsor de las posturas que se adquieren: es la apariencia del conocimiento lo que se persigue, lo que como frase de por sí ya resulta ofensivo, terriblemente estúpido y ridículo en proporciones inconcebibles. Esta apariencia se consigue pertrechándose de los objetos que otros "seres previamente iluminados por la cultura" determinaron como los adornos obligatorios para aquellos que aspiran a verse rebosantes de conocimiento. El mundo actual, por ejemplo, ha decidido que para verse culto es necesario forrar los perfiles digitales, las paredes de las habitaciones y las camisetas con imágenes de Los Beatles. Cualquier idiota que porte una pieza de merchandising de la previamente mencionada banda es "interesante, inteligente, culto y de buen gusto", aunque no entienda de qué mierdas están cantando unos tipos que tienen más de cuatro décadas de haberse separado. Lo mismo se da con los libros, por supuesto: para acceder a la "cultura", Cortázar es lectura IMPERATIVA, si no quiere usted darse de bruces con todas las entusiasmadas muchachitas de calzones mojados o, caso contrario, con todos los briosos jovencitos con emocionadas erecciones de vanidad intelectual. Así, así, con estos dos requisitos cubiertos, sabiendo hablar de los libros y las bandas "superiores y cultas", podrá usted encontrar un coge adecuado a su grandeza mental, un coge que no lo avergüence cuando entra al café o bar de su preferencia a desentrañar las profundidades semióticas de la existencia en los cafés y los bares. Así podrá usted compartir cuanta frase pendeja se le aparezca por la red social de su preferencia, porque una persona "iluminada y culta" reconoce los nombres de autores "iluminados y cultos", de manera que se esfuerza en tapizarse a sí mismo de estas frases, aunque no tenga ni la menor puta idea de qué puto libro salieron o si en efecto fueron escritas por el autor que se les adjudica. Así podrá usted lambisquearle el culo a otro ser vacío de conocimiento pero con apariencia de erudito, y si Fortuna le concede sus dones, ese otro ser comenzará a lambisquearle el culo a usted también, hasta que ambos lleguen al Elíseo del placer v-anal. 

El lector inteligente, de los cuales no hay tantos, entenderá a la perfección que de lo que versa este pequeño escrito no es en discutir ni el trabajo de Los Beatles ni el de Cortázar, sino en un mero ejercicio de observación de las conductas sociales, un inocente intento por llegar a una pequeñísima mota de conocimiento a través de un poco de esfuerzo propio, sin atenerse a estúpidas reglas de círculos dedicados a la cultivación de la fe de Narciso. 

6 de enero de 2014

El Secreto de Persiana Americana


Noche absurda, de las primeras. Locura derramada por las marañas del centro, en el Parque Central, subiendo Calle La Fuente. De arriba a abajo vibraba la electricidad, como la consciencia de vivir al borde de la muerte, como ese ardor inexplicable y tan pronunciado que se experimenta antes de los saltos mortales. Manos en la piel, shock de deseo y embriaguez... Abandono, vaivenes frenéticos, vértigo orgiástico, desnudez a zarpazos y el pequeño engranaje enterrado en el fondo de la consciencia moliendo los tornos, más rápido, más rápido, fuera de control. 

"Vos sabés que en realidad dice 'Viendo el vibrador, desgarrándote...' "

Una pequeña lámpara dentro de un ojo oscuro, desvaneciéndose tan gradualmente que la oscuridad lo envuelve todo con la dulzura de las olas. Parpadeos. Visiones de ojos entreabiertos. Una cama blanca, sábanas blancas al pie de una ventana de blancas cortinas, espectrales, nubes de la madrugada. "Dejame quitarte los zapatos para que estés más cómoda." Asombro adormecido... silencio en las alas de la expectativa. "No deberías estar aquí..."

Su mano buscó a tientas mi mano.

En la oscuridad el tacto es inequívoco. Lágrimas. Lágrimas de un ojo que casi no podía ver. "Aquí es." Lágrimas de tristeza, evocando el llanto del desposeído. El final, tan lejano y tan próximo. "No te merecés esto." Llanto, en su mejilla. Nunca me habías visto. Apenas un par de palabras, lacónicas. No hubieron eyaculaciones que le dieran la razón a Panero. Eran de verdad.

Tiempo después habríamos de conocer los girasoles. También las rosas blancas.