29 de abril de 2012

29/4/2012

Estoy ebria de dolor, amor
ebria de vino y pasión
erizada entre carnes hambrientas
profanando el símbolo.

Los cielos, amor, los cielos
nunca más van a ser tuyos
las espadas que he guardado
no saben más de tu murmullo.

Y el mar que poseías
y se desbordaba tras de tus pasos
quieto y en calma está, amor
quieto y en calma.

Y si te digo amor
no es en favor del pasado
es que la memoria huyó
y se llevó con ella tu nombre.

24 de abril de 2012

El amante [Viento]


Salió. En estos días, la levedad se apoderaba de ella, haciéndola volátil, blanca como un pañuelo. El viento notó el cambió de luz, pero se escondió, aguardando el momento en que pudiese tocarla. Esperó sin verla, sintiéndola, pero sin verla. Ella caminaba inmersa en un pantano, con los ojos fijos en la luz verde del agua estancada, enraizada como un nenúfar a la superficie del agua. Tímidamente, el viento pasó una mano por su cabello. Le acarició el rostro. Ella sonrió, pero para sus adentros, hacia su marea interior, ignorando las suaves aproximaciones, abriendo espacios para el juego. El se precipitó a sus pies, en un golpe-beso que la sacó de su contemplación. Afloró en sus ojos la mirada del viento, la que era invisible para todos los amantes menos para él. Se inflamó, se hinchó ante ella, irguiéndose alto, impetuoso. "Tragedia..." susurró. Entonces se derramó sobre ella, violencia en mano, frío en los labios, destrucción en los huesos, hielo en las sienes ardientes.

Ella cerró los ojos y se abandonó al vaivén (surcos de historia azul).

17 de abril de 2012

Precious Illusions

Hace algún tiempo aprendí que las ilusiones no son más que un bocado suave, un algodón de azúcar, un par de lentes rosados que tiñen el ojo de quien los porta sin cambiar la realidad que sigue en su frenesí al otro lado del vidrio de color. 

Por ahí dicen, sin embargo, que a veces es mejor tener un poco de ilusión a no tener ninguna. Realmente no lo sé. Lo que sí sé es que esos lentes de colores no me vienen bien por el momento. 

7 de abril de 2012

El regreso a los anillos de Saturno

  - Sólo sos una mujer con piernas muy bonitas...

  - Qué piernas...

"Philip. La primera vez que Stella le vio, se rió de él. Era demasiado guapo. 'Qué bello plumaje de don Juan,' comentó, riendo, y le dio la espalda. El plumaje donjuanesco nunca la había atraído. (...) Porque ellos dos habían alcanzado el anillo que rodea el planeta del amor, el anillo exterior del deseo(.)"
--Stella, Anaïs Nin

Todos quieren los anillos de Saturno, todos aspiran a esa ilusión. Un espejismo. En el momento en que la vida real aparece, en el momento en que el olor de la sangre llega a la nariz, aúllan en pos del deseo estelar.

Ya vas a ver
Cómo tu cuerpo se abre
No esperes más de mí...


Ja, ja, ja, ja. Yo conozco bien este juego, ¿o lo has olvidado? Soy elástica, dúctil, traslúcida, y aunque traspase todas las barreras como un fantasma, nunca se pierde mi esencia. Conozco las poses, las miradas, las palabras de los anillos de Saturno. Conozco el tesoro, el botín que todos persiguen. No dudés que puedo ganarte en tu propio terreno.

No esperes más de mí...

3 de abril de 2012

Lo Imposible

"Recordó el conocido mito de El Banquete de Platón: los humanos eran antes hermafroditas y Dios los dividió en dos mitades que desde entonces vagan por el mundo y se buscan. El amor es el deseo de encontrar a la mitad perdida de nosotros mismos. 

Admitimos que eso es así; que cada uno de nosotros tiene en algún lugar del mundo a su mitad, con la que una vez formó un solo cuerpo. La otra mitad de Tomás era la muchacha con la que había soñado. Lo que sucede es que el hombre no encuentra a la otra mitad de sí mismo. En su lugarle envían, en un cesto aguas abajo, a Teresa. Pero ¿qué sucede si se encuentra realmente con la mujer que le corresponde, con la otra mitad de sí mismo? ¿A quién dará prioridad? ¿A la mujer del cesto o a la mujer del mito de Platón?

Se imaginó que estaba viviendo en un mundo ideal con la muchacha del sueño. Junto a las ventanas abiertas de su residencia pasa Teresa. Está sola, se detiene en medio de la acera y desde allí lo mira, con una mirada de infinita tristeza. Y él no soporta esa mirada. ¡Siente otra vez el dolor de ella en su propio corazón! Está otra vez en poder de la compasión y se hunde en el alma de ella. Atraviesa de un salto la ventana. Pero ella le dice amargamente que se quede ahí donde se siente feliz y hace aquellos gestos bruscos y crispados que le disgustaban en ella y que siempre le habían molestado. Coge aquellas manos nerviosas y las estrecha entre las suyas para calmarlas. Y sabe que abandonaría en cualquier momento la casa de su felicidad, que abandonaría en cualquier momento su Paraíso en el que vive con la muchacha del sueño para irse con Teresa, la mujer nacida de seis ridículas casualidades."

-- Milan Kundera, La Insoportable Levedad del Ser