28 de marzo de 2012

De todos modos no veo.

Por la noche la despertó, ella lloraba en sueños. 

Le contó: "Estaba enterrada. Hace ya tiempo. Venías a verme todas las semanas. Siempre tocabas con los nudillos en la tumba y yo salía. Tenía los ojos llenos de tierra. Decías, 'Así no puedes ver,' y me quitabas la tierra de los ojos. Y yo te decía, 'De todos modos no veo. Si tengo agujeros en vez de ojos.' Y un día te fuiste y no volviste durante mucho tiempo y yo sabía que estabas con otra mujer. Pasaban las semanas y tu no volvías. Tenía miedo de no verte y por eso no dormía nunca. Por fin volviste a llamar a la tumba, pero yo estaba tan cansada después de un mes sin dormir que no tenía fuerzas para salir a la superficie. Cuando lo conseguí, tú me miraste decepcionado. Me dijiste que tenía muy mal aspecto. Sentí que te desagradaba terriblemente, que tenía la cara hundida y hacía unos gestos muy bruscos. Te pedí disculpas. 'No te enfades, no he dormido en todo el tiempo.' Y tú me dijiste con voz falsa, tranquilizadora, 'Ya ves. Tienes que descansar. Deberías tomarte un mes de vacaciones.' Y yo sabía perfectamente qué querías decir con lo de las vacaciones. Sabía que no querías verme en todo el mes porque estarías con otra mujer. Te fuiste y yo bajé a la tumba y sabía que pasaría otro mes sin dormir para estar despierta cuando vinieses y que, cuando llegases al cabo de un mes, estaría aún más fea que hoy y que tú estarías aún más decepcionado."

-- La Insoportable Levedad del Ser, Milan Kundera

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