11 de noviembre de 2013

Burma Shave revisited


Ah, Tom, maldito hijo de puta... Desde que te conocí no hacés más que representarme un caleidoscopio de miseria y angustia. Como diría Beckett: "¡He arrastrado mi perra vida por el fango y ahora quieres que distinga sus matices!" Tu Calíope es la más honesta (y no por eso menos borracha).

Me sedujiste al primer instante con la idea de Burma Shave... el paraíso de los suicidas. O, si lo preferís, por cuestiones de precisión, de los amores suicidas. 

 Creo que nuestra Burma Shave es posible
(Todavía la siento, allá, afuera, 
como estrellas que se ven
desde un contenedor de basura)
La muerte siempre nos atrae 
como polillas a la luz
(Si volamos es por eso, 
porque somos polillas
con gruesas alas de ceniza)

Cada hilera de notas del piano
como viento en un descapotable.

La tierra prometida.
Burma Shave.
Donde la leche es agria
y los aguijones son lo único que queda de la miel. 

La vislumbré en aquella primera madrugada
cuando improvisaron mis gritos a Baudelaire
"Mi favorita, la encontré-"
Burma Shave, allá, la vimos
arrodillados en el asfalto.
Vos fumándote un Royal 
y yo ensayando pasos de ballet en la acera.

Nunca te creí capaz de respeto
a nadie ni a nada
salvo a Burma Shave. 
Pero llevo cementerios de sueños en los ojos, 
Y la osamenta de la luna puede violarse sin dificultad. 

Creo
que nuestra Burma Shave es posible. 
El único problema
es que están vetados los traidores. 

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